Al transeúnte anónimo
La muchachita impertinente que impacientaba a Gregorio Campanario no era más que otra preocupación en su interrumpida existencia.
¡Imprudentes, sin respeto, inoportunas! Esa es la idea que tienen todas las personas de las hormigas. Esa es la idea que tiene Gregorio Campanario de Miranda Salares, la “Vinchuca”, señorita divertida, aburrida de la monotonía de vivir al sur, amorosa y obsesiva, vertiginosa para muchos, trascendente para él.
La conexión que, inesperadamente, existía entre estos dos bichos de la creación
omnipotente, hizo que Gregorio Campanario comenzara a pensar, con su paranoia característica, que “el tener un compañero de banco con las mejores notas hace crecer en uno una confusión terrible, que el tener un profesor de literatura con conocimientos casi ‘geográficos’ sobre cada escrito que comprende el arte de la expresión escrita trae consigo un sentimiento de frustración e ignorancia, que el tener un amigo incluye el agradecer y orar, el escuchar y aconsejar, y que el tener a alguien que te ame – y esto era lo fatal – implica agradecimiento (a la vida, a uno mismo, al que te ame, en fin...), frustración, oración, muy de vez en cuando alegría, inferioridad, desentendimiento y, por sobre todas las cosas, significa preocupación, una preocupación constante sobre todo lo que se hace y lo que no se hace; el no defraudar al ser que a uno lo ama pasa a ser primordial en las ocupaciones, porque como distorsionados seres humanos, se tiene por vocación el ser amado, y no el amar”.
Todas estas acciones involuntarias, casi obligatorias, hacían de Gregorio Campanario, un ser más alerta, más desdichado y por algunos escasos momentos, en los que una palabra o un recuerdo hacían sentido en su corazón y coincidían exactamente con la puesta del sol, algo parecido a un hombre feliz.
En algún momento, la “Vinchuca” le había reprochado su conducta de indiferencia fingida, su preocupación exagerada, diciéndole que no se inquietara, que Dios no respondía preguntas, que dejara que su voluntad se hiciera. Y también le había comentado que el amor que nacía de su corazón para llegar a él, era porque, simple o grandiosamente, Dios así lo quería. Estas palabras “puras y transparentes”, como solía llamarlas Gregorio, lo hacían liberarse de su excitación nerviosa, del sabor ansioso que le dejaban las conversaciones con la “Vinchuca”, de la gran pregunta que invadía su mente, del ¡¿Por qué, si no tienes nada que ver conmigo y yo nada que ver contigo, me quieres tanto?!. Pero ese sentimiento de tranquilidad no era más fuerte que la paranoia ya mencionada de este espécimen; cuando comenzaba a desvanecerse el encantamiento de las palabras que la “Vinchuca” había pronunciado, y la razón (la locura) comenzaba a dominar a Gregorio, los lamentos, las confusiones, el verdadero delirio afloraban nuevamente y lo obligaban a tomar el teléfono y marcar, esperar, cortar antes de que contestaran al otro lado de la línea... 554546. De nuevo lo mismo. Era tan fácil marcar las seis cifras, era tan difícil preguntar. ¿Preguntar qué? Preguntar por algo que había perdido, que quizás jamás había tenido, preguntar por un pasado lejano que se manifestaba después de cuánto tiempo a través de una singular señorita apodada la “Vinchuca”. Esto era inconcebible para el desesperanzado Gregorio.
Tres intentos fallidos; no era capaz de esperar a que contestaran.
Tres intentos fallidos; no era capaz de esperar a que contestaran.
Ya para la cuarta vez que marcaba, esperaba y cortaba, la fila de gente presurosa por comunicarse con parientes, amigos, compañeros... -no preciso especificar la intimidad de las gentes-, que crecía en espera del teléfono, gritaba insultos y manifestaciones extrañas, ofensas en jergas que no me pertenecen ni le pertenecían a Gregorio Campanario.
Se fue; se había decidido a hablar de una vez por todas, pero la presión de la fila lo obligó a colgar definitivamente el teléfono. Se podría traducir esta acción como una falta de valentía frente a la multitud, pero esto sólo se podría aplicar a comunes y corrientes: no a Gregorio. Lo que lo impulsaba a dejar de lado la llamada, y muchas otras actividades que no es el caso mencionar en esta historia, era su aversión a los hombres de su época (no así a la esencia del ser humano); sólo quería permanecer lejos de ellos.
Miró a su alrededor, faltaban pocos minutos para que saliera la Luna a encontrarse con el mar sinfín de sus cavilaciones.
¿No es acaso la mente un aparato absurdo que se contrapone a lo comandado por el corazón?.
Muchas veces no soportaba el carácter exacto, lógico, hasta matemático de su mente. Quería olvidarla y sentirse llevado por la emoción. Pero era tan remoto el recuerdo de su última travesía guiada por el sentir, que su mente había cobrado mayor influencia sobre su vida, y le era imposible dejarla de lado. No quería cuestionarse más, preguntarse más.
Tenía la certeza de que los sentimientos extrañamente adquiridos por la “Vinchuca” eran claros y puros, y que le pertenecían a Dios. Pero su vida era tal acumulación de frustraciones y desilusiones que no era capaz de entenderlos; su corazón lo comprendía hasta la más mínima gota de inocencia, pero su razón no miraba la esencia, sino la forma. Y su mente, ahora, era mucho más que su desgastado corazón.
La “Vinchuca” no podría devolverle jamás la capacidad de amar y ser amado sin nada más que dudar. Tal vez era por esto que Gregorio no podía concebir afectos tan sinceros. Veía en la “Vinchuca” lo perdido y anhelado: la fragilidad.
6 comentarios:
mm... ta wena la foto xD .
mui creativa tu... mmmm..
ia ando cmo na ke ver oi ¬¬.
ando cmo cn toa la wea.
asi ke adios
nos vemo mañana sHao!
aiiiii mi ke no veia algo tuyo!
jak!
no poke lo aia visto jaja, pero esta la raja, me sento nerd kn fotolog jaja!pero filo... woow mucha produccion very good!
cuidate!
muaCk's!
dale que siempre me gusta más fotolog, y no me acostumbro a esto, oye
saludos, bubulina!
cadencia de caderas en la prosa...
muy agradable...
saludos!!
jorge
Hola ... devuelvo la visista a uno de mis casas blogeras... un placer a sido... Espero venir más seguido.
Saludos
Ups ...se me olvidaba ... porké no pasas a mi otra casa tb? ... Chao
Publicar un comentario